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PERSONALIDAD, AUTOCONCEPTO Y AUTOESTIMA



Autoconcepto

El autoconcepto es la imagen que una persona tiene de sí misma. Esta imagen se basa en el conocimiento que una persona tiene de lo que ha hecho y ha sido, y sirve como guía a la hora de decidir qué hacer o ser en el futuro. El autoconcepto que se construye en la niñez suele ser sólido y puede perdurar hasta la edad adulta. Si en esta época un niño se forma una imagen negativa de sí mismo, también puede acompañarle hasta mucho tiempo después de haber abandonado la niñez. Por este motivo, puede resultar útil que los padres ayuden a los niños a formarse una imagen positiva de sí mismos.

 Los niños más pequeños tienden a usar un pensamiento de todo o nada que aplican también a sí mismos. Sin embargo, entre los siete y los ocho años los niños desarrollan sistemas de representación que les permiten integrar diferentes características de sí mismos para hacer generalizaciones más amplias. Por ejemplo, pueden decir: "Me siento muy inteligente en lenguaje, pero muy poco inteligente en matemáticas". Es decir, pueden integrar dos conceptos que parecen contradictorios (listo y tonto).

Autoestima

Los niños con autoestima alta son confiados, curiosos e independientes, confían en sus propias ideas, inician retos o actividades nuevas con confianza, se sienten orgullosos de su trabajo y se describen de forma positiva, toleran bien la frustración, se adaptan bien al cambio, perseveran para alcanzar una meta y pueden manejar adecuadamente una crítica o las burlas.

Por el contrario, los niños con baja autoestima no confían en sus propias ideas, carecen de confianza, tienen falta de voluntad, observan en lugar de explorar por sí mismos, se retraen, se alejan de otros niños, se describen de manera negativa y no se sienten orgullosos de su trabajo.

TODO ESTO FORMARÁ PARTE DE CONFIGURACIÓN DE SU PROPIA PERSONALIDAD


EL EJERCICIO FÍSICO EN LA INFANCIA

Realizar actividad física de forma regular es fundamental para el desarrollo de los más pequeños. No sólo contribuye a prevenir la obesidad infantil, sino que fortalece huesos y músculos, mejora el estado de ánimo y favorece su crecimiento, por tanto es muy importante fomentar en los niños la práctica de ejercicio.


Los padres somos quienes debemos dar el ejemplo. Ellos ven en nosotros su reflejo, con lo que si los padres son activos, los niños también lo serán.
Al hablar de actividad física, no hablamos necesariamente de la práctica de algún deporte. Se considera actividad física cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. Ello incluye los deportes, el ejercicio y otras actividades, tales como jugar, salir a caminar, saltar a la comba, bailar en casa, pasear al perro o patear una pelota.
Las recomendaciones sobre el tiempo que los niños deben realizar una actividad física son muy dispares. Hay quienes recomiendan una hora de actividad física al día para favorecer el crecimiento activo en los niños, que si incluimos caminata, juegos y otras actividades que realizan los niños es alcanzable, hasta quienes afirman que siete minutos de ejercicio intenso al día bastan para mejorar el estado de forma general.
Lo importante, creo yo, es que hagamos que los niños se muevan e inculcarles el hábito del ejercicio diario. Enseñarles que hay todo un mundo de posibilidades más allá de la tele y el ordenador, que la vida al aire libre estimula los sentidos, y somos nosotros, con nuestra compañía y motivación quienes tenemos la obligación de mostrarles esas otras posibilidades.

LA IMPORTANCIA DE LA PARTICIPACIÓN FAMILIAR EN LA ESCUELA

La relación entre las familias y las escuelas tiene que partir de la participación y de la comunicación de estos dos entornos. Pues son los padres los que buscan, en la mayoría de los casos una relación más íntima entre el educador/a de sus hijos/as, una relación que en estos primeros años de vida del menor se da en el seno de cada familia, una relación que permite todo tipo de interrelaciones personales.

 Relaciones de afecto, de orientación de ayuda, de apoyo…etc., que ayudan a que el pequeño/a aprenda a comportarse al igual que lo hacen sus miembros. Pues como suele decirse: en una familia, todos educan y todos son educados.


En una familia son los padres quienes gozan de una posición privilegiada, de conseguir la autonomía de sus hijos al nivel que, consciente o inconscientemente, quieran desarrollar.
Pero no solamente pueden conseguir que sus hijos sean independientes, pueden conseguir a partir del afecto y del cariño desinteresado, que sus hijos gocen de una libertad, de una madurez y de una responsabilidad que solamente es posible si se trabaja de manera integral, y que nace del conjunto de las decisiones (más o menos acertadas) de la educación que están dando.
Las características de la relación entre Familia y Escuela son variadas. Por una parte es la familia la que tiene el derecho de educar, y también el deber de hacerlo. Los padres y las madres son los que deciden las cuestiones esenciales, sobre todo cuando sus hijos/as son pequeños/as. Del mismo modo son las familias las que escogen el centro educativo, sobretodo en etapas más elevadas como puede ser durante la Educación Primaria y la Secundaria. Ayudan a sus hijos /as a elegir los amigos y a que ellos/as se desenvuelvan en distintos contextos sociales.
Al elegir el tipo de escuela donde quieren que sus hijos/as estudien, es cuando la hacen parte importante de sus ideales, de su escala de valores y de sus objetivos educativos. Aunque normalmente no son conocidos exhaustivamente, establecen un vínculo de confianza donde la hacen responsable y la autorizan para sustituir el entorno familiar durante las horas en las que los niños/as se encuentran bajo su tutela.

Por esto la relación que se establece entre familia y escuela es tan personal y particular, que solamente cabe verla como una prolongación de la familia, y es entonces cuando cobra todo el sentido de agente educador.

En ese sentido, cada familia ha de mantener una actitud de colaboración y participación más allá de los actos sociales puntuales, o de los que tengan que ver con la información acerca del desarrollo de sus hijos/as. No deben ver esta colaboración con la escuela como una carga extra de trabajo personal, si no como un proyecto común de educación cuyo beneficiario principal a corto y a largo plazo será su hijo/a

Las consecuencias de los estilos educativos de los padres y madres, las relaciones, sus estilos de vida, la comunicación entre sus miembros… crean una cultura familiar que será decisiva en el proceso de maduración de la persona que empieza desde los primeros años de infancia y se mantiene a lo largo de toda la vida. Esto será la clave de los referentes en la toma de decisiones, resolución de conflictos, motivación personal… Cuando no se produzca un acuerdo sobre cómo y para qué educar, se creará una disfuncionalidad en la relación Familia-Escuela, y esto será el anuncio de un proceso educativo del mismo modo disfuncional.
Por eso una escuela no puede limitar su actividad al horario de clases, y mucho menos una Escuela Infantil. Un profesional de la enseñanza no puede ver el horario de clases como un horario laboral, si no que su profesionalidad le ha de llevar a esta intervención familiar fuera del horario escolar, mucho menos un profesional del sector infantil. Porque en los primeros años, las familias necesitan una relación de confianza mucho más íntima y sus necesidades cambian mucho más rápido.

La implicación de los padres y madres dentro de las escuelas infantiles va más allá de una inversión de futuro. El hecho es que son un recurso importante para los niños/as.

Mercedes Rodrigo 
Para la U.V. 

TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

¿Tu hijo está acostumbrado a conseguir lo que quiere 

a la primera? 
¿Hay un  berrinche cuando no se le cumplen sus 

caprichos?
¡Cuidado! Los papás que dan todo a sus hijos sin nunca decir que “no” les están preparando para ser amargamente infelices. Obviamente, en la vida no puedes tener todo lo que quieres en el momento en que se te antoje.
Evita la frustración y los berrinches pensando en los siguientes puntos.

  • Maneja tu propia tolerancia a la frustración primero.
    ¿Qué tan bueno eres para aguantarte cuando quieras hacer algo? ¿Pierdes el control, gritas y azotas puertas cuando las cosas no salen como tú quieres?
    Si tú mismo estás acostumbrado a reaccionar impulsivamente, ante un berrinche de tu hijo no puedes exigir que él se controle.
    Es muy difícil ser disciplinado y reflexivo en tu propia vida, pero es necesario. 
  • Aprende a decir NO.
    En tu mente cambia tu paradigma sobre tu papel de padre o madre. No estás en el mundo para dar todo a tu hijo, sino para enseñarle a ser feliz.
    Si él aprende a vivir con límites, aceptando el hecho real que no siempre se pueden cumplir todos sus deseos al instante, será una persona tranquila y madura.
    En casa, acostumbra a poner pequeños frenos a los impulsos de tu hijo. Le puedes decir, “Ahora no. Espérate. No te lo voy a comprar hoy. No siempre puedes escoger. Hoy le toca el juguete a tu hermano.”
    En la vida cotidiana, los niños deben estar bien familiarizados con la palabra “no” y su significado. “No” quiere decir, “piensa en los demás; ubícate; toma las cosas con calma; puedes esperar.”
    Sin este ejercicio constante, la voluntad de tu hijo puede ser arma de destrucción masiva. Si QUIERO algo y no lo consigo, me frustro, me desespero y me enciendo. No estoy acostumbrado a moderarme. No sabré decir “no” a mis propios impulsos ni a los de los demás. (ni al tabaco, a las drogas, al alcohol, al sexo sin sentido, etc.)
    En casa la persona que enseña esta lección tan necesaria eres tú.
  • Practica el auto control a nivel familiar.
    Enseña a todos los miembros de la familia que nada se logra con gritos y sombrerazos. Ceder ante un berrinche infantil o adulto comprueba todo lo contrario. Ten cuidado de mantenerte firme para dar un mensaje congruente: “Si quieres algo, platicamos y lo pensamos primero. No hay permisos al vapor.”
    Por lo mismo es importante también ser claro cuando digas que “sí”. No se vale dar chance hoy o no mañana.
    En la familia, la costumbre de pensar antes de actuar da seguridad a tu hijo porque las decisiones son confiables y no dependen de un capricho.
  • Enseña la inteligencia emocional.
    Es humano y saludable tener deseos y anhelos. En el proceso de alcanzar (o no alcanzar) lo que queremos, hay emociones fuertes. La frustración y el enojo son normales.
    Enseña a tu hijo a expresar sus sentimientos. “Me da mucho coraje que no me dejes usar el teléfono en este momento. Estoy tan triste porque mi hermano tiene permiso y yo no. No me compraste mi video juego hoy, y eso no me gusta.”
    Practica con él para que pueda aprender a dimensionar su molestia. Por ejemplo, no se vale decir “NUNCA me dejas usar el teléfono, NUNCA me das permiso, NUNCA me compras NADA.”
    Es importante liberar la frustración y desahogarse, pero la meta es manejar las emociones y no dejar que nos desquicien. De hecho, expresar lo que sientes al enfrentar la frustración es una forma de buscar soluciones para lograr tus metas.
  • Busca caminos alternos.
    En la vida, la habilidad de adaptarse al cambio y buscar muchas soluciones a un solo problema es la llave del éxito y el secreto de la felicidad.
    Enseña a tu hijo a no rendirse al no conseguir lo deseado. Si él persevera, trabaja, espera…puede salir victorioso. Las cosas se ganan, y lo que se gana con esfuerzo se disfruta mucho más.
    La habilidad de tomar el tiempo de buscar opciones es esencial para construir relaciones sanas y duraderas, y caracteriza a los líderes en el área laboral.

    PARA SABER MÁS LEE:

LOS JUEGOS Y LOS JUGUETES

JUGUETES PARA EDUCACIÓN INFANTIL

El juego en la educación infantil adquiere un papel principal para el desarrollo del niño, a nivel psicomotor, cognitivo, afectivo, emocional y social.
El instrumento para llevar a cabo los aprendizajes que genera el juego y que se reflejan en los proyectos de cada centro, es el juguete, que para conseguir el propósito educativo debe ser acorde a las habilidades y destrezas de los usuarios a los que va destinado.
Los juguetes destinados a la denominada “primera infancia” de 0 a 3 años son los que por la vulnerabilidad del colectivo (dadas sus características físicas e inmadurez motriz), además del habitual descubrimiento de las características de los objetos que manipulan a través de la boca, son los que precisan de mayores niveles de seguridad.
Se considera que un juguete es seguro cuando atendiendo al comportamiento habitual de un niño, éste no pone en riesgo la seguridad y la salud del menor y otros agentes dinámicos, mientras se utiliza. Para determinar esta denominación todos los juguetes comercializados en la Unión Europea, han de cumplir con la normativa, identificada con el Marcado CE, además de informar al consumidor de forma eficaz del uso apropiado y de los riesgos en el caso de que este uso no se produzca.
                                     

Una de las normas de seguridad más importantes para el colectivo que nos ocupa, es la obligación en todos los juguetes de mencionar aquellos que son destinados a menores de 36 meses, habiendo pasado las pruebas necesarias para verificar que no generan ni contienen piezas pequeñas que puedan ser ingeridas o inhaladas. Así pues los juguetes no destinados a menores de 36 meses y que además tengan implícito riesgos para ellos, deben llevar la advertencia de no adecuados para menores de 36 meses o bien el símbolo que así lo identifica, incluyendo la explicación del riesgo específico que origina esta restricción.
Algunas de las propiedades que se controlan en los juguetes para pasar las normativas (Serie de normas UNE –EN 71) reglamentarias son las siguientes:
  • Propiedades físicas y mecánicas: que eviten que puedan provocar lesiones corporales por los elementos que lo componen así como por inestabilidad.
  • Propiedades químicas: los materiales de fabricación no deben producir efectos, tóxicos, irritantes y quemaduras al entrar el niño en contacto con el juguete.
  • Propiedades eléctricas: no pueden superar los 24V y todos los elementos relacionados con fuentes de energía no podrán ser accesibles a los niños.
  • Propiedades higiénicas: su fabricación ha de garantizar las condiciones de higiene necesarias que eviten riesgo de infección o enfermedad.
Elementos seguros para el Juego heurístico
Además de los juguetes comercializados, en los centros de educación infantil se llevan a cabo propuestas de alto contenido pedagógico con otros instrumentos para realizar el juego que no son juguetes, donde los niños interactúan con diferentes materiales y objetos favoreciendo el aprendizaje por el descubrimiento, la sociabilización, la realidad, etc., son por ejemplo el Cofre de los Tesoros y  el juego heurístico. Para evitar riesgos derivados de la actividad no se deben utilizar objetos que entrañen peligro de lesión o atragantamiento: botes de cristal, legumbres, botones, etc.

Somos plenamente conscientes de las dificultades por la que el colectivo profesional dedicado a la educación infantil está pasando debido a la actual coyuntura económica y social del momento,  por lo que en sus cartas a los Reyes Magos y a Papá Noel, así como sus deseos para el año próximo, llevarán implícitos soluciones a sus problemas prioritarios para poder  seguir ofreciendo una educación de calidad, desde nuestra plataforma solo podemos apoyar sus causas justas y dignas, y que todos sus deseos se cumplan. Nuestra aportación con este artículo es seguir fomentando los hábitos preventivos y de seguridad, con los beneficios de optimización de recursos y gestión del mantenimiento que conlleva, en este caso con un equipamiento tan esencial como son los juguetes. 

ETAPAS DEL JUEGO INFANTIL
(Según Piaget)
Etapa Sensorio-Motriz: De los 0 a los 3 años. La inteligencia del niño se despliega progresivamente en diversas acciones. Les parece interesante todo lo que se mueve, lo que hace ruido, lo que es de colores, lo que se toca y manipula, no habiendo diferencia entre el juguete de verdad y el resto de los objetos. Esta etapa precede al inicio del lenguaje simbólico. En esta etapa sus juguetes son sus padres, el objeto transaccional es aquel con el que se queda el niño cuando no están sus padres y por el que se siente protegido por ejemplo un osito de peluche o un sonajero. Los juegos en esta edad son cosquillas, darle un baño, lanzarle al aire y cogerle para que de este modo vaya afianzando la confianza, los masajes…etc. Aquí resaltamos el juegos de ejercicio que son los que ejercitan los órganos sensoriales y desarrollan el movimiento, además de favorecer el conocimiento de uno mismo y, poco a poco, de su entorno. Primeramente aparecerán los juegos de regazo con gran carga afectiva (canciones para mecer, canciones rimadas, juegos de manos y dedos…) El bebé emplea su cuerpo como un juguete, descubre que tiene manos, se balancea etc. Más tarde va incorporando objetos a sus juegos (tirara el chupete, moverá el sonajero). Otro tipo de juegos en esta etapa son los juegos absurdos (mano que come, caja monstruo) estos ayudan al niño a enfrentarse con el mundo imaginario que les asusta.

Etapa pre operacional: De los 3 a los 6 años. En esta etapa el niño ya afianza la capacidad de representación y sus destrezas motrices (coger el tenedor por ej.). Es la etapa de los juegos simbólicos es decir cualquier objeto puede ser un carrito, un barco o algo imaginario. El juego consiste en “hacer como sí”, si observamos la forma de representación podríamos afirmar que el juego simbólico pasa por diferentes etapas:

* Representación con gestos exagerados (como si se vistiera, bebiera…)
* Representación de conductas que ve en otros (como si leyese un libro)
* Proyección de su propia conducta en objetos (muñeca)
* Doble conversación (como si hablase con la muñeca)
Imitación de la persona e identificación con ella
* Colaboración en juegos de roles


Aprende más sobre este tema en : http://www.csi-csif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_40/FRANCISCA_ROSA_PEDROSA_TORRES_2.pdf

http://dinamicasojuegos.blogspot.com.es/2010/07/etapas-del-juego.html


http://www.mcgraw-hill.es/bcv/guide/capitulo/8448171519.pdf

RUTINAS Y HÁBITOS el aprendizaje fundamental en la Educación Infantil


rutinas-habitosDesde un punto de vista genérico,entendemos por rutinas aquellas actividades que realizamos diariamente de forma regular, periódica y sistémica con un carácter ineludible.

En cuanto a los hábitos, consideramos que son modos de actuar que aprendemos y/o adquirimos con la intención de satisfacer nuestras rutinas y que, a través de ellos, nos sentimos más seguros en el modo de obrar ante distintas situaciones.

Es por ello que, instaurar rutinas y hábitos adecuados durante la etapa de Educación Infantil permite desempeñar importantes funciones en relación a la configuración del contexto educativo mediante la secuenciación espacio-temporal de las aulas a través de la repetición de actividades y tareas. De hecho, el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de Educación Infantil establece como una de las tres áreas curriculares a trabajar el conocimiento de sí mismo y la autonomía personal.

Por tanto, para promover la adquisición progresiva de la autonomía en las actividades habituales del alumnado, y siguiendo a Zabalza (2010), las principales funciones que desarrollaríamos al trabajar rutinas y hábitos en el entorno infantil serían:
  • Ofrecer un marco de referencia. Una vez que se ha aprendido la correspondiente rutina, el niño o niña es capaz de concentrarse en lo que está haciendo sin pensar ni preocuparse en lo que vendrá después.
  • Generar seguridad, dado que se trata de una actividad conocida por quien la realiza.
  • Actuar como indicador temporal, puesto que aporta una percepción sensorial de los distintos momentos en los que debe efectuarse la actividad permitiendo saber qué es lo que hay que hacer antes y qué después.
  • Potenciar procesos de captación cognitiva, referida a las distintas estructuras que presentan las diferentes actividades a realizar.
  • Desarrollar virtualidades cognitivas y afectivas a nivel metodológico con motivo de las posibilidades de aprendizaje posterior que tendrán los niños y niñas respecto a la adquisición de estrategias de planificación y organización de los aprendizajes.

De este modo, debemos considerar las rutinas como puros aprendizajes que contribuyen a una mejora de nuestra capacidad cognitiva, por lo que se trata de procesos que el alumnado debe aprender en el seno del aula y la familia deberá tenerlo en cuenta para establecer unas rutinas en el hogar que a buen seguro contribuirán al desarrolllo psicológico de sus hij@s.

Ahora bien, como todo aprendizaje, y más tratándose de niños y niñas de Educación Infantil,resulta necesario fijar unas pautas metodológicas que contribuyan a organizar y sistematizar estos aprendizajes adecuadamente siguiendo siempre el mismo orden en las actividades y mencionando claramente y con cierta frecuencia por parte del profesorado el nombre de la rutina a trabajar.

Igualmente, podría ser interesante establecer un signo explícito que marque la transición de una fase a otra para que los pequeños y pequeñas identifiquen claramente el cambio de actividad que va a producirse.
En cuanto a la secuencia ideal para el aprendizaje de rutinas y hábitos en esta etapa educativa, resulta importante incidir en que debería incluir distintos tipos de actividades para promover la generalización de los aprendizajes a entornos no estrictamente educativos.

Estas actividades podrían ser:
  • Individualizadas, en pequeño grupo y en gran grupo.
  • Realizadas independientemente por el alumnado.
  • Apoyadas por el profesorado o los adultos.
  • Con implicación de desgaste físico y de quietud y relajación.
  • Realizadas en entornos de interior y exterior.
  • Relacionadas con la limpieza propia y de la clase.

Por otro lado, cabe destacar que las rutinas en Educación Infantil no deben trabajarse como elementos rígidos e impositivos, sino como procedimientos de estructuración ya que contribuyen a crear un contexto de seguridad a través de la conservación y mantenimiento de pautas. De este modo, cuando los niños y niñas se vayan adueñando de las actividades habituales, irán ganando en posibilidades de introducir matices para su realización.

Es en esta dinámica de flexibilización de pautas, e incluso en las dificultades ocasionales que puedan sobrevenirles, dónde aportarán sus propios aprendizajes y formas de resolución (por ejemplo: una actividad que se alarga más de lo previsto, un pantalón nuevo que no se sabe abrochar, un instrumento cuyo uso desconoce, etc.).

LEE MÁS ACERCA DE :
EL ORDEN, LA HIGIENE, VESTIDO, LA ALIMENTACIÓN, EL DESCANSO Y LA CONVIVENCIA EN:

PARA SABER MÁSANTÓN, E., ROMERA, R., SAAVEDRA, M., SIMAL, Mª M. y VILLAR, Mª R. (2003) Actividades en Educación Infantil. Barcelona. Ed. CISSPRAXIS.
GALLEGO ORTEGA, J.L., FERNÁNDEZ HARO, E. (2003) Enciclopedia de Educación Infantil. Archidona (Málaga). Ed. Aljibe.

VALLET, M. (2004) Educar a niños y niñas de 0 a 6 años. Barcelona. Ed. CISSPRAXIS.

ZABALZA, M.A. (2010) Didáctica de la Educación Infantil. 6ª EDICIÓN. Madrid. Ed. Narcea.

Las rutinas en educación Infantil
www.tacoronte.es

Educación de las rutinas en el hogar.
 www.familia.edusanluis.com.ar

¿Por qué es tan importante la educación infantil?.
 www.ceapa.es


Este documento ha sido elaborado por Marta Guzmán Escobar, Orientadora Educativa de los centros CEIP “Fábrica de Armas” y CEIP “Valparaíso” de Toledo.

LOS MIEDOS INFANTILES


Los miedos infantiles son un tema interesante del que tendríamos que hablar durante mucho tiempo.
Si vuestro hij@ tiene un problema de fobias infantiles, lo mejor es contactar con un profesional.
De momento os ofrecemos una serie de cursos que podéis leer de manera On-line para internar saber más acerca de este tema.



Los miedos en general y cualquiera de sus modalidades en la etapa infantil suponen un fenómeno universal y omnipresente en todas las culturas y tiempos. La única explicación a esta regularidad es que el miedo debe tener un importante componente de valor adaptativo para la especie. En pequeña escala, estas sensaciones que se viven como desagradables por parte del niño o adolescente pueden cumplir una función de supervivencia en el sentido de apartarle de situaciones de peligro potencial (no acercarse a ciertos animales, no entrar en sitios oscuros, etc.). Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) el resultado es un enorme sufrimiento por parte del niño que lo padece y sus padres. El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.).

No hay duda que los miedos son evolutivos y “normales” a cierta edad, cambiando el objeto temido a medida que el niño crece y su sistema psicobiológico va madurando. La tendencia natural será a que éstos vayan desapareciendo progresivamente. En otras ocasiones, podemos hablar abiertamente de temores o miedos patológicos que pueden derivar hacia trastornos que necesitan atención psicológica (ansiedad, fobias). Establecer la frontera entre uno y otro (normalidad-patología) no siempre es fácil y dependerá mucho de la edad del niño, la naturaleza del objeto temido y sus circunstancias, así como la intensidad, frecuencia, sufrimiento y grado de incapacitación que se produce en el niño. 

(Leer más aquí: http://www.psicodiagnosis.es/areageneral/losmiedosinfantiles/index.php )

LECTURAS RECOMENDADA:  http://www.fundaciongsr.org/documentos/miedos.pdf

http://orientacion.educa.aragon.es/admin/admin_1/file/RECURSOS_orientacion/ORIENTACION%20FAMILIAR/MIEDOS%20INFANTILES2.pdf




Más sobre los Miedos Infantiles: http://escueladepadresymadresupz.blogspot.com.es/2013/01/los-miedos-infantiles.html
http://mujer.terra.es/muj/articulo/html/mu25941.htm

¿CÓMO ENSEÑAR NORMAS, REGLAS Y VALORES A LOS NIÑ@S?

Enseñar a los niños lo que está bien y lo que está mal es una de los  más importantes retos que tienen que afrontar los padres. Cómo hacerlo dependerá, como en todo aprendizaje, de la edad de los niños.


En la infancia se siguen unas etapas evolutivas que determinan el desarrollo motor, cognitivo y emocional de los niño, es decir, de igual modo que van creciendo físicamente lo van haciendo interiormente, lo que nos señala lo que podemos esperar de ellos y lo que no.

Esto condiciona claramente nuestras estrategias educativas. Es decir, no podemos esperar que el niño cuelgue su abrigo en un perchero alto, porque aún no ha alcanzado la altura que precisa para ello, por lo que no podemos exigírselo, así que o bajamos el perchero de altura o tan solo le enseñamos a que nos lo den a nosotros para colgarlo. No habrá modo alguno de acelerar el proceso natural de desarrollo, en tal caso podremos retrasarlo si el ambiente no se ajusta a las necesidades (mala alimentación, por ejemplo).

La necesidad de que haya reglas

                                 
De este modo vamos a ver brevemente qué etapas atraviesan los niños en relación al juicio moral (qué está bien y qué está mal) y en función de ello, qué estrategias vamos a utilizar para enseñarles de modo eficaz. Piaget definió la moralidad como “un sistema de reglas y el respeto del individuo por las mismas” y Kolhberg hablaba del juicio moral como “ el jucio sobre la aceptación o desviación de la norma” . Ya tenemos el pilar más básico : necesitamos proponer reglas y ocuparnos de que se cumplan . Pero, ¿cómo?



Un poco de psicología básica

Podemos definir tres etapas: Anomía (sin reglas), Heteronomía (perciben la existencia de reglas, que tienen un claro origen externo (padres, profesores…). Lo correcto es lo que ellos dictan y acatar o cumplir dicha norma. No se valoran aún intenciones subjetivas y considero los actos como “buenos” o “malos” en función de las consecuencias de cumplir o no con la regla (castigo, premio). La mayoría de los autores considera que es a partir de los 4 años cuando empiezan a interiorizar las reglas y manejarlas.

Hasta aproximadamente los diez años responderán para evitar castigos u obtener recompensas. Posteriormente, les interesará también el ser considerados “buenos” o “malos” por los demás. La última etapa es la de Autonomía, en la que el sujeto ya supera el egocentrismo infantil y es capaz de considerar los derechos propios y también los ajenos. Se dará a partir de los 12 años (sentimiento s de justicia, principios éticos y búsqueda de una lógica universal). A esta etapa no se llega necesariamente, hay adultos que no la alcanzan nunca.

Nuestro deber, establecer las normas

Por lo tanto, lo primero que debemos tener en cuenta es que no tiene sentido invertir energía y tiempo en tratar de razonar con nuestros pequeños el porqué de la norma. Sencillamente, no lo van a entender y no se van a guiar por eso. Debemos ser nosotros, en nuestro papel de padres, educadores, cuidadores, etc. Los que les demos de manera unánime una serie de reglas claras y con unas consecuencias firmes en su consecución o desafío.

Nos interesa que las reglas sean pocas y muy claras y sin dejarnos llevar por razonamientos. Tenemos ser cariñosos y firmes. Nuestros pequeños no tienen capacidad de autocontrol, así que debemos ser nosotros su control, hasta que sean capaces de interiorizarlo.


Si no hay límites, hay confusión e inseguridad

Los niños necesitan autoridad para crecer felices. Ni que decir tiene, que es el ambiente familiar el mejor  y más seguro lugar dónde enfrentarnos a  las normas y sus consecuencias ya que tarde o temprano nos enfrentamos a ellas (en el colegio, trabajo…) y allí sería más duro. Por tanto vamos a imponer disciplina, es decir, vamos a enseñarles a actuar  a través de unas normas y con unos límites claros.

                                    
Para comunicar normas a tus hijos, sigue las pautas, en la medida de lo posible, de a continuación

Tono de voz: no grites. No le hables desde otra habitación. Acércate a él, mejor a su altura y habla en un tono medio.

Lenguaje corporal : Mantén contacto visual . Mírale a los ojos y pídela que  te mire. Sujétale si es necesario. Sé expresivo, muestra lo que está bien con gestos positivos y lo que no con gestos negativos (sonrisa versus ceño fruncido por ejemplo).

Muéstrate seguro, no titubés. Una sola frase es suficiente y repítela si es necesario (sin excederte), en un lenguaje claro, con frases simples (“Esto no se hace”) Si piden explicaciones responde de modo sencillo (“Porque está mal. No quiero que vuelvas a hacerlo, por favor”). No es momento para ellos de entender juicios morales.

No muestres ansiedad. Intenta siempre estar calmado frente a los desafíos. No te enfades. A fin de cuentas, debes entender que su “papel” es transgredir la norma y el tuyo supervisarla  y corregirla. Asúmelo. Es su manera de aprender y la tuya de enseñar. Si notas que estás enfadado sal de la situación y respira hondo , unos segundos bastarán para rebajar la ansiedad y volver a afrontar con calma.


Evita emplear etiquetas personales (“Eres malo”) ni comparaciones continuas (“Tu hermano es bueno y tú no”). No personalices, elogia y censura la conducta , no al sujeto (“Te estás portando mal. Tu hermana se está portando bien”).

No cedas ni cambias estrategias de modo continuo sobre la marcha, mantenerse firme es fundamental. La norma no debe cambiar según la situación ni según nuestro estado de ánimo, ni según quién la pone (es muy importante que estemos todos juntos para que haya coherencia educativa : padre y madre, abuelos, profesores…)

No escatimes nunca en elogios y atención. Nuestra atención es el recurso más poderoso que tenemos , es el mejor refuerzo para nuestros pequeños. Pero no olvides que lo es siempre, también cuando les prestamos atención para regañarlos. Si solo les atendemos y nos dirigimos a ellos cuando se portan mal, aprenderán a portarse mal para captar nuestra atención. Por eso es tan importante que les dediquemos unos minutos cuando estén portándose bien y nos dirijamos a ellos para decirles lo bien que lo están haciendo y nos sentemos a compartir su tarea.

Así mismo, les censuraremos y les retiraremos atención cuando su comportamiento sea inadecuado (“hasta que no dejes de patalear no voy a hacerte caso” y hacer caso omiso a su conducta , sin mirarles, sin tocarles, sin sonreir , sin gritar…. Una vez dejen de hacerlo, nos acercaremos , recordaremos la norma, y empezaremos a elogiar lo bien que lo hacen “Así está bien, ahora te escucho, dime carinño…”

También puedes utilizar otro tipo de refuerzos además de la atención (“Como te has portado bien y has recogido los juguetes, vamos al parque, te doy una onza de chocolate…” “Como te has portado mal porque no has recogido los juguetes, no te doy chocolate”. 

Recordad que los premios y los castigos siempre deben darse a continuación de la conducta para que sean efectivos. No utilices tus emociones hacia él como moneda de cambio (“no te quiero porque eres un niño malo” “papá no te va a querer si te portas mal”). El niño debe crecer con la seguridad de que el amor de sus figuras de apego (padres o cuidadores) es absolutamente seguro y estable. Solo así podrá desarrollarse adecuadamente y ser emocionalmente sano.

Los niños que crecen sin normas, se sentirán confusos, perdidos y serán niños inseguros que, a menudo se muestren enfadados y desafiantes, porque realmente, no saben cómo actuar ni adónde dirigirse. Esto les genera angustia. Es decir, si no damos normas y límites hacemos sufrir a nuestros pequeños más que si los guiamos firmemente.

Maribel González es psicóloga colegiada: M-13898, con máster en Psicología Clínica por la Universidad Complutense de Madrid y parte del equipo de profesionalesl del consultorio médico Estrella, en Madrid capital.


LECTURA RECOMENDADA:


DE DONDE VIENEN LOS HERMANIT@S III

Consejos finales para explicar la llegada de un nuevo herman@




Aceptar los sentimientos de nuestro hijo/a


Con todos los cambios que conlleva la llegada de un bebé a la familia, es normal que los hermanos mayores se porten mal mientras hacen un esfuerzo por adaptarse a esos cambios.
Anime a su hijo/a mayor a expresar cualquier sentimiento de enfado o resentimiento que pueda haber acumulado contra el bebé. Si su hijo/a no puede articular sus sentimientos, no le extrañe que los exteriorice saltándose conscientemente algunas normas o volviendo a lloriquear o a hablar como un bebé.
Si su hijo/a se porta mal, no permita que se salte las normas ni sea demasiado blando con él, pero haga un esfuerzo por entender qué sentimientos pueden estar motivando ese comportamiento. Tal vez la mala conducta sea un indicador de que su hijo/a mayor necesita más atención personalizada de sus padres. Transmítale el mensaje de que, a pesar de que sus sentimientos son importantes y legítimos, debe expresarlos de formas apropiadas.
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VÍA: http://kidshealth.org


DE DÓNDE VIENEN LOS HERMANIT@S II

Algunas estrategias más para explicar de dónde vienen los hermanit@s:

Organice las cosas con antelación para el día del parto




Conforme se vaya acercando la fecha de la salida de cuentas, es una buena idea que organice con suficiente antelación quién va a cuidar de su hijo/a mayor mientras usted está en el hospital. Tal vez quiera compartir esos planes con su hijo/a para que él sepa qué esperar cuando llegue el día.
Tal vez le haga ilusión que, después de que nazca el bebé, su hijo/a mayor vaya a visitarles al hospital. Es una buena idea organizar esa visita cuando no haya otras personas visitándole a fin de reforzar la sensación de que él también forma parte de la familia y convertir ese momento en un encuentro familiar íntimo.
Durante los días y semanas que rodeen al nacimiento del bebé, intente mantener las rutinas de su hijo/a mayor todo lo regulares que sea posible. Si tiene planeado hacer cambios en el dormitorio de su hijo/a para acomodar al bebé, hágalos unas cuantas semanas antes de la llegada del pequeño. Si su hijo/a está en la edad de afrontar algún cambio o hito evolutivo importante, como aprender a utilizar el váter o pasar de la cuna a la cama, usted debería propiciar ese cambio bastante antes de la fecha de la salida de cuentas o bien aplazarlo hasta que el recién nacido lleve algún tiempo en casa.
Una vez en casa
Cuando el bebé esté en casa, hay varias cosas que usted podrá hacer para ayudar a su hijo/a mayor a adaptarse a todos los cambios.
Es una buena idea incluir a su hijo/a mayor lo máximo posible en las actividades diarias relacionadas con el cuidado del bebé para que no se sienta excluido/a. Tal vez quiera instalar temporalmente en su dormitorio un plegatín o una cama pequeña para que su hijo/a mayor pueda dormir con el resto de la familia. (De todos modos, evite que esa cama temporal sea más cómoda que la cama donde duerme habitualmente su hijo/a mayor, pues la idea es que esta distribución sea sólo temporal.)
Es posible que a su hijo/a mayor le haga mucha ilusión ayudar en el cuidado del bebé. A pesar de que esa "ayuda" puede significar que cada tarea cueste bastante más tiempo, le dará a su hijo/a la oportunidad de relacionarse con el bebé de una forma positiva. Dependiendo de la edad de su hijo/a, podrá ir a buscar los pañales de su hermanito, ayudar a llevar el cochecito del bebé, hablarle o ayudar a vestirlo, bañarlo o hacerle eructar.
Si su hijo/a no muestra ningún interés por el bebé, no se preocupe y no le fuerce. Tal vez necesita más tiempo.
Habrá momentos, por ejemplo, cuando amamante al bebé, en que su hijo/a mayor no podrá participar en el cuidado del pequeño. En esas ocasiones, es conveniente que su hijo/a mayor tenga a mano juguetes para entretenerse. Así usted podrá amamantar al bebé sin que le interrumpan y su hijo/a mayor no se sentirá ignorado ni desatendido.
Es una buena idea aprovechar todas las oportunidades que tenga para relacionarse individualmente con su hijo/a mayor, dedicándole toda su atención. Pasen tiempo juntos cuando el bebé esté durmiendo. A ser posible, tanto usted como su pareja, deberían reservarse un tiempo cada día para que los dos pasen un rato a solas con su hijo/a mayor dedicándole toda su atención. Si su hijo/a sabe que puede disfrutar cada día de un rato de atención exclusiva, es posible que eso ayude a atenuar cualquier resentimiento o enfado que pueda haber acumulado contra el bebé.
También puede ayudar bastante recordarles a sus familiares y amigos que su hijo/a mayor puede querer hablar de otras cosas aparte del bebé.

VÍA: http://kidshealth.org


DE DÓNDE VIENEN LOS HERMANITOS I